viernes, 28 de agosto de 2015

EL GALLITO EN HALLOWEEN

EL GALLITO

He comenzado a notar los cambios en su comportamiento, ha dicho algunas mentiras blancas, pero mentiras al fin, aunque aún acata las reglas nos cuestiona, ya no acepta que le diga es blanco porque yo digo que es blanco, si él lo vé gris lo dice y punto, ya no se queda con lo que yo diga... sigue siendo  un niño cariñoso, a solas, por supuesto, bueno y maravilloso pero me aterroriza la entrada a la pubertad... le hemos amado tanto... hace días lo invitaron a una fiesta de Halloween de 7: a 10:30 pm... con mucha emoción me dijo la hora ¡de 7 a 10:30! ¡En la noche! Una fiesta de niños grandes... sus ojitos brillaban y expresaban orgullo, emoción, alegría, todas las sensaciones juntas, esto me demostró que aún conserva la inocencia de la infancia, pero que está creciendo, eso que ni qué y aunque a mi me temblaron las piernas y me dió un vuelco el corazón traté de no demostrarlo... ya mi pequeño no va a meriendas en Jungle Jim’s ahí ya no hay juegos para él, hace rato que le quedan chicos, lejos han quedado los días en que cuando llovía nos íbamos los tres a lugares con juegos de trenecitos, avioncitos, anacondas, resbaladeros, bajo techo y más lejos aún los días en que podía cargarlo... mi niño, mi adoración está comenzando a entrar a otra etapa de su vida, tengo tanto miedo, lo quiero tanto que temo quererlo de más y no ser objetiva con él... agarramos vuelo con la dichosa fiesta, hasta parecía que éramos nosotros quienes deberíamos de estar ahí... anduvimos buscando su disfraz porque tan rápido como nos dijo de la invitación también puso en claro que no quería usar aquél disfraz de tortuga y mucho menos el de la calabaza y aunque hubiese querido este último le quedaría de chaleco, así es que le buscamos por mar y tierra un disfraz pero como suele suceder, cuando no ocupas las cosas donde quiera las ves pero cuando las necesitas no las encuentras por ningún lado, total que el mero día de la fiesta fuí a San Agustín a la hora de la comida y le busqué el famoso disfraz, económico y bonito... al fin lo encontré, ni tan económico ni tan bonito, pero estaba aceptable, lo escogí de los más grandes y pensé que probablemente serviría para el próximo año, muy contenta le avisé que ya tenía su disfraz que buscara la máscara que también tenía para que lo complementara... ¿de qué es? ¡de calaca, con todo y guadaña!... por la noche llena de emoción llegué probándoselo y cuál fué mi sorpresa ¡justo a la medida! Lo rellenó tan bien y se veía muy lindo, camina muy erguido y está esbelto así es que el zurrón le lucía... llovía a cántaros y por sobre el agua nos fuimos a dejarlo al salón, no sin hacerle miles de recomendaciones... no te vayas a salir, no vayas al baño solo, no hables con extraños... en fin toda esa clase de cosas que nunca nos cansamos de repetir a nuestros polluelos aunque ya estén convirtiéndose en gallitos... no vayas a tomar cerveza, solo sodas y agua... ¿cerveza?... Se sonrió... ¡ay mamá, te la bañas!... había un megaembotellamiento y cuando no íbamos a vuelta de rueda estábamos totalmente parados, pero al fin logramos llegar al salón y fuí a ver de que iba la cosa... estaban unos muchachos con cintas, batería, micrófonos y no se que tantas cosas más, pero los anfitriones no estaban aún, había otros carros estacionados esperando para dejar a los niños, pregunté si era la fiesta que buscábamos y me dijeron que si, que podía pasar y esperar o dejar al niño y pensé “no paso porque no traigo disfraz y es riguroso y ni madres que lo dejo solo con ustedes!”... nos fuimos al carro a esperar un rato más, luego llegaron unas niñas disfrazadas de hadas y un niño de monje y entonces él se emocionó y quiso bajarse, me encaminé con él, pregunté a qué hora lo recogíamos y se fué... de lejecitos me dijo adiós, no hubo beso de despedida, y la Calaquita se perdió entre monjes y hadas, entre luces y sombras, entre niños y jóvenes, entre el negro y el naranja... con un nudo en la garganta, como el programa que a nadie deja con el ídem del nombre por la emoción, sino trabados por el coraje de que no sirven para nada la mayoría de ellos pero que se queda uno viéndolos esperando que salga lo bueno y buenas desveladas que nos arrima... dimos una última mirada a la puerta del salón, se escuchaba música y nos vinimos de regreso... aún llovía... se me hicieron eternas las horas... al fin dieron las 9:45... llegó el momento de ir a recogerlo... volvimos a llegar al salón, entré y vi brujitas, reos, Freddies Krugger, monjes, hadas, gatúbelas, Vilmas Vicapiedras, Winnie Poohs, pero ninguno como la Calaquita, mi Calaquita adorada... me encaminé hacia él, me vió e inmediatamente buscó su máscara y su guadaña, saludé a la anfitriona, nos despedimos y salimos, antes le dieron una pelotita fantasmagórica de recuerdo... en el camino lo primero que dijo... ¡qué bueno que llegaron, ya me había cansado! ¿en una fiesta? ¿en la noche? ¿con sus amigos? Y ¿cansado?... ¡todavía tengo unos meses para disfrutar de mi polluelo antes de que se convierta en un gallito! Y le den las dos, y las tres y las cuatro sin que se canse...

Sonia C.

Nov 1, 02

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