EL
GALLITO
He comenzado a notar los cambios en su
comportamiento, ha dicho algunas mentiras blancas, pero mentiras al fin, aunque
aún acata las reglas nos cuestiona, ya no acepta que le diga es blanco porque
yo digo que es blanco, si él lo vé gris lo dice y punto, ya no se queda con lo
que yo diga... sigue siendo un niño
cariñoso, a solas, por supuesto, bueno y maravilloso pero me aterroriza la
entrada a la pubertad... le hemos amado tanto... hace días lo invitaron a una
fiesta de Halloween de 7: a 10:30 pm... con mucha emoción me dijo la hora ¡de 7
a 10:30! ¡En la noche! Una fiesta de niños grandes... sus ojitos brillaban y
expresaban orgullo, emoción, alegría, todas las sensaciones juntas, esto me
demostró que aún conserva la inocencia de la infancia, pero que está creciendo,
eso que ni qué y aunque a mi me temblaron las piernas y me dió un vuelco el
corazón traté de no demostrarlo... ya mi pequeño no va a meriendas en Jungle
Jim’s ahí ya no hay juegos para él, hace rato que le quedan chicos, lejos han quedado
los días en que cuando llovía nos íbamos los tres a lugares con juegos de
trenecitos, avioncitos, anacondas, resbaladeros, bajo techo y más lejos aún los
días en que podía cargarlo... mi niño, mi adoración está comenzando a entrar a
otra etapa de su vida, tengo tanto miedo, lo quiero tanto que temo quererlo de
más y no ser objetiva con él... agarramos vuelo con la dichosa fiesta, hasta
parecía que éramos nosotros quienes deberíamos de estar ahí... anduvimos
buscando su disfraz porque tan rápido como nos dijo de la invitación también
puso en claro que no quería usar aquél disfraz de tortuga y mucho menos el de
la calabaza y aunque hubiese querido este último le quedaría de chaleco, así es
que le buscamos por mar y tierra un disfraz pero como suele suceder, cuando no
ocupas las cosas donde quiera las ves pero cuando las necesitas no las
encuentras por ningún lado, total que el mero día de la fiesta fuí a San
Agustín a la hora de la comida y le busqué el famoso disfraz, económico y
bonito... al fin lo encontré, ni tan económico ni tan bonito, pero estaba
aceptable, lo escogí de los más grandes y pensé que probablemente serviría para
el próximo año, muy contenta le avisé que ya tenía su disfraz que buscara la
máscara que también tenía para que lo complementara... ¿de qué es? ¡de calaca,
con todo y guadaña!... por la noche llena de emoción llegué probándoselo y cuál
fué mi sorpresa ¡justo a la medida! Lo rellenó tan bien y se veía muy lindo,
camina muy erguido y está esbelto así es que el zurrón le lucía... llovía a
cántaros y por sobre el agua nos fuimos a dejarlo al salón, no sin hacerle
miles de recomendaciones... no te vayas a salir, no vayas al baño solo, no
hables con extraños... en fin toda esa clase de cosas que nunca nos cansamos de
repetir a nuestros polluelos aunque ya estén convirtiéndose en gallitos... no
vayas a tomar cerveza, solo sodas y agua... ¿cerveza?... Se sonrió... ¡ay mamá,
te la bañas!... había un megaembotellamiento y cuando no íbamos a vuelta de
rueda estábamos totalmente parados, pero al fin logramos llegar al salón y fuí
a ver de que iba la cosa... estaban unos muchachos con cintas, batería,
micrófonos y no se que tantas cosas más, pero los anfitriones no estaban aún,
había otros carros estacionados esperando para dejar a los niños, pregunté si
era la fiesta que buscábamos y me dijeron que si, que podía pasar y esperar o
dejar al niño y pensé “no paso porque no traigo disfraz y es riguroso y ni
madres que lo dejo solo con ustedes!”... nos fuimos al carro a esperar un rato
más, luego llegaron unas niñas disfrazadas de hadas y un niño de monje y
entonces él se emocionó y quiso bajarse, me encaminé con él, pregunté a qué
hora lo recogíamos y se fué... de lejecitos me dijo adiós, no hubo beso de
despedida, y la Calaquita se perdió entre monjes y hadas, entre luces y
sombras, entre niños y jóvenes, entre el negro y el naranja... con un nudo en
la garganta, como el programa que a nadie deja con el ídem del nombre por la
emoción, sino trabados por el coraje de que no sirven para nada la mayoría de
ellos pero que se queda uno viéndolos esperando que salga lo bueno y buenas
desveladas que nos arrima... dimos una última mirada a la puerta del salón, se
escuchaba música y nos vinimos de regreso... aún llovía... se me hicieron
eternas las horas... al fin dieron las 9:45... llegó el momento de ir a
recogerlo... volvimos a llegar al salón, entré y vi brujitas, reos, Freddies
Krugger, monjes, hadas, gatúbelas, Vilmas Vicapiedras, Winnie Poohs, pero
ninguno como la Calaquita, mi Calaquita adorada... me encaminé hacia él, me vió
e inmediatamente buscó su máscara y su guadaña, saludé a la anfitriona, nos
despedimos y salimos, antes le dieron una pelotita fantasmagórica de
recuerdo... en el camino lo primero que dijo... ¡qué bueno que llegaron, ya me
había cansado! ¿en una fiesta? ¿en la noche? ¿con sus amigos? Y ¿cansado?...
¡todavía tengo unos meses para disfrutar de mi polluelo antes de que se
convierta en un gallito! Y le den las dos, y las tres y las cuatro sin que se
canse...
Sonia C.
Nov 1, 02
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